El trauma emocional es una «herida psicológica». Generalmente es provocado por situaciones inevitables que resultan muy abrumadoras para la persona. Es decir, se trata de una situación altamente estresante o amenazadora que ha sobrepasado nuestros mecanismos de afrontamiento. Así sentimos un miedo muy intenso que nos impide procesar emocionalmente lo ocurrido.
No obstante, el trauma también puede deberse a experiencias menos extremas como humillaciones, criticas, castigos, desvaloraciones, abandono… que se han ido repitiendo durante un largo periodo de tiempo y que no hemos logrado asumir o gestionar. A esto le llamamos “trauma acumulativo”. Muchas veces subestimamos el impacto que este tipo de situaciones puede tener en nuestro equilibrio psicológico pero su efecto acumulativo puede causar mucho daño.
Por tanto, dentro de los traumas emocionales podemos encontrar:
Algunos de los síntomas que pueden indicar que existe un trauma emocional son:
El trauma emocional deja señales permanentes en la sensación de seguridad y confianza. Puede hacer que la persona desarrolle creencias disfuncionales acerca de sí misma, los demás y el mundo que le rodea.
Y esto puede ocasionar un gran deterioro en su funcionamiento personal y social. Es decir, un trauma emocional puede desembocar en un trastorno de estrés postraumático, trastornos de ansiedad, depresión, o cambios duraderos en la personalidad.